lunes, 23 de febrero de 2009

el zen a la mierda

Cambios.

La gente cambia. O eso dicen al menos. ¿Debo creerle a esta oveja? ¿O debo desconfiar y usar mi visión supermaniaca de rayos x para ver que en verdad, es sólo el lobo disfrazado?

¿Por qué a mi? Eso es lo que dicen todos.
Una trata de pasar la vida con los propios problemas a cuesta apenas, para que lleguen terceros a meter el cucharón en la arena de juego.

Guess what:
estoy cansada. No soy la Madre Teresa. Cometo errores también, pero no quiero arriesgar todo lo que me ha costado construir por un recuerdo. No, nunca fuiste mi amiga, de haberlo sido habrías actuado de una manera muy distinta.

Cambio.
Yo he cambiado. Antes habría caído. Reconozco que estuve a punto de morder el anzuelo, la cara de Bambi que recién ha perdido a su mami, de perrito que vuelve cojeando tras senda paliza, ¿paliza bien merecida tal vez?
No Sr. Lobo, la Caperucita dice que mejor se zampa a otra abuela y la canasta se la puede meter donde el sol no le brille.

No tengo paciencia para los jueguitos extorsionadores, no tengo tiempo para lágrimas de cocodrilo ni para falsas promesas, no quiero exponerme ni arriesgar, aunque pueda - no se cómo - salir ganando.

You had your chance, you fucked it up.

A algunos los vence el hábito, y los vuelve monjes de sus propios vicios. Lástima por ti.
Yo no reformo condenados. Sobretodo cuando esos condenados casi me condenan a mi.

viernes, 20 de febrero de 2009

Come out, come on

And all I've end up with was a couple of broken hands.

Cuando me las doy de boxeadora, le pego a la bolsa con rabia, y veo como los granitos de arena y polvo flotan en el aire a contraluz por los rayos de sol que se filtran del techo.
Pero se me rompen los nudillos, porque los guantes no son de algodón y los golpes no son con amor.
Puteo a la bolsa como si fuese mi peor enemigo, visualizo los rostros haciéndose literalmente pedazos como espejos bajo mis manos. Pego patadas, y luego uno o dos combos mal plantados - según mi papá pego pésimo y por eso sólo un nudillo de la mano está morado, y no los cuatro -. En fin, me desquito con la bolsa como si no hubiese un mañana.

Y hubo un momento en que comenzé a putear distinto, como si la bolsa me hubiese roto el ego. Bonita imagen, con short y polera, sudada a más no poder - caían gotas y gotas de sudor interminables, recuérdese la película "Al Diablo con el Diablo" - con un sólo audífono puesto porque estaba tan sudada que el otro se me resbalaba de la oreja, y puteando a la bolsa. Le pegué tanto que la madera que la sostenía cayó, y cuando la volví a colocar me apreté el dedo contra las cadenas y ahí si que puteé en voz alta.
Resultado: dos nudillos rotos, cero kilos perdidos, y dos ampollas enormes en cada dedo gordo del pie por el roce con el cemento del suelo y con la tela de la bolsa.

Pero se sintió bien, sacar toda la ira que llevaba dentro... y no sé, supongo que es que te extraño... y me da rabia.
Qué se yo.
Historias del fútbol.

martes, 17 de febrero de 2009

Devolver al remitente

¿Qué tan difícil es construirse [a sí mismo]?

¿Con cuánta frecuencia buscamos maderos sueltos por la calle pensando que sirven para construirnos el hogar?

La Mari tiene razón, los amigos son la familia disfuncional que uno elige, la familia disfuncional viene "de yapa". Vaya regalo.

Y al fin de este cabo, ¿qué nos une?
¿Qué hay sino recuerdos amontonados bajo una pila de polvo, telarañas y tierra? Las fotos desteñidas y marcadas por los cientos de huellas digitales son la prueba viviente de que yo tuve familia una vez. De que yo tuve madre y padre, de que yo tuve hermanos y vivimos todos juntos bajo un mismo techo.

Pero las mentes colapsan, se quiebra la paz apenas por un resoplido y Troya vuelve a arder con un solo chasquido de mis dedos. No es suficiente. No hay Gotita que arregle este desastre.
¡Arriba las maletas!
Mamá se va, Rocío se va, Marcela se va, Benja se va... todos se van y nos dejan enterrados en este cerro de arena con pinta citadina, como si las palmeras y sus idiotas gaviotas pululando alrededor tuviesen que ser de ahora en adelante mis mejores amigos.

Calma, que ya pasó... fue hace dos años ya... que corté el milímetro de cordón umbilical que me ataba a este lugar.
¿Dónde está mi familia? ¿Qué nos une? No lo se.
¿Dónde está mi hogar? ¿Cuándo dejaré de sentirme incómoda? ¿Serán mis genes nómades los que le siguen diciendo a mi cuerpo que este no es el lugar?
Si no es aquí, si no es allá, ¿dónde?
Si no es aquí, si no es ahora, ¿cuándo?

The home is where the heart is... pero no se en cual de todos los lugares dejé mi corazón.

sábado, 14 de febrero de 2009

Remember me, special needs.

Si las paredes pudiesen hablar.
Las de esta habitación nunca estarían calladas.

En esta habitación tú estabas sentada a los pies de mi cama, mientras yo te regalaba un cuento para tu cumpleaños.
En esta habitación cantábamos Placebo en voz baja, mientras las miradas taladraban pensamientos ocultos, y me mordía los labios pensando en lo que se veía remoto e imposible, y semanas más tarde se consumaba cerca de un árbol viejo y un neumático que colgaba de él.
En esta habitación me hice la dormida sobre tus piernas, mientras tú me hacías cariño en la cabeza... en esta habitación tus labios estuvieron a unos milímetros de los míos, y fui yo la que dio las excusas tras el "no".

En esta habitación un ventilador giraba, mientras entre mis piernas el espacio vacío lo ocupaba un cuerpo dos veces mi tamaño, durante un día que pareció eterno y de fantasía.
En esta habitación lloré, en esta habitación me oculté, en esta habitación me miré al espejo durante fracciones de segundo u horas enteras, en esta habitación escribí con la luz apagada diciéndole a mi viejo que no me quebrase la atmósfera creativa, en esta habitación estuve enferma y delirante, en esta habitación están cautivos miscelaneos recuerdos, los gritos de mi viejo, los portazos, las peleas, los tatuajes, las caricias, los suspiros, el crujir en el vaivén de la cama, el cobertor, mis sábanas, las pesadillas, los olores.

En esta habitación está el recuerdo, tras cada ladrillo y el eterno mapa pegado a su costado, tras el visillo que aún guarda marcas de los cigarrillos fumados en silencio, de mis piernas marcadas en el marco de la ventana desde donde me colgaba a mirar la luna.

martes, 10 de febrero de 2009

diez es dos que es una

No puedo escribir.
El shock emocional.

Only this moment
suena en mis oídos.
Tengo ganas de salir corriendo y gritarle al mundo entero desde el Morro que pueden pudrirse en sus agujeros ariqueños porque yo tengo el mejor secreto, el único ser que vale la pena, mi pilar sagrado, el Dios de mi religión, guardado en mi bolsillo y anudado a mi muñeca. Y no necesito nada más excepto a ella y al aire que compartimos.

Nada más.
No necesito nada más.
Mi felicidad está en tu sonrisa, y mis visiones en tus ojos, mi corazón está en tus manos, y mi cuerpo está recostado a tu lado, te regalo mis palabras y haz con ellas lo que te plazca... no tengo miedo.

Son diez las razones, aunque se sienta mucho, mucho más.

sábado, 7 de febrero de 2009

Cien y uno

[La entrada anterior fue la número 100 en mi blog, y yo ni me enteré, felicitaciones a mis dedos!]

Sentir asusta, sentir es meter la lupa en los aspectos recónditos.
Aunque si sientes y no lo comentas con nadie, no parece algo tenebroso, sino más bien rutinario.

Cuando lo compartes es cuando asusta. Las emociones son una maraña indescifrable, una bola de nieve que se acrecienta con el paso de las estaciones y varía porque sí y porque no, porque blanco y porque negro, por los períodos lunares, solares o menstruales, por las cercanías... o por las distancias.

Las emociones, sin embargo, son necesarias.
No espero, ni esperaré nunca que en el momento preciso de tu núcleo emotivo difuso seas capaz de verbalizar con exactitud tus emociones, porque eso es algo que yo misma no puedo hacer, aunque escribirlas es cuento aparte.
Sentir es legítimo. No significa que las causas sean siempre correctas, pero el sentimiento existe... deja de intentar suprimirlo. Hacerlo es tan fútil como golpear a esos topos que salen de sus agujeros con un maso plástico en los juegos. Te desgastas más impidiendo mostrar lo que sientes que en arreglar el malestar emocional.

Entiendo que sientas. Quiero que sientas. No que seas un robot frígido que siempre conteste "bien", a la pregunta "cómo estas?". La vida no es así, la realidad es siempre otra. En el juego de las escondidas vas a perder por terminar ocultando la mugre bajo la alfombra.

Si bien puedo ser insistente, también entiendo que necesites tiempo para pensar. Pero es preferible que digas "Más rato" a "no filo, no filo, hablemos del clima". Evadir es distinto a postergar.

Yo no te soporto, jamás he sentido que he tenido que "soportarte", porque para mi es natural preocuparme por ti y por lo que sea que sientas. Es lógico, la única opción existente razonable en mi, lo que por naturaleza me nace hacer, es amarte. Con o sin problemas, con o sin torrente emotivo, con o sin ataques de ansiedad, con o sin extrañamientos masivos, con o sin peste, con o sin familia, con o sin distancias. Yo estoy contigo porque quiero, estoy contigo porque es lo que se que tengo que hacer, porque es lo correcto, porque se siente bien. Yo no soporto ninguna penuria atada a cruz plástica tipo martir en tecnicolor.
Recuérdalo... sin miedo de sentir. Las emociones no son la peor parte del ser humano, si no las tuvieras... no podrías decir esto: te amo.

jueves, 5 de febrero de 2009

Metáfora

El problema con los castillos de arena es que los destruyen las pequeñas olas que revientan en la orilla.
Toda una vida entera de dedicación la borra una pequeña ondita espumosa, arrastrando la magnificencia en escala de un reino en la tierra.
El foso se inunda y las conchitas que hacían las veces de ventanas caen en un estrépito audible sólo para los cangrejillos y pulgas de mar.
Una vez pillé una pulga de mar, y la guardé en mi palma. Después tuve la palma roja todo el día.

Continuo.
El problema con los castillos de arena no es que los deshaga la olita en miniatura, sino lo efímeros que son, y lo bellos que llegan a ser mientras se mantienen en pie. Los puedes adornar con lo que sea, desde colillas de cigarrillos huérfanas hasta plumas que gaviotas abandonaron para aligerar su carga. El castillo es la extensión de aquel hogar que nos falta y que imaginamos siempre para vivir en él. No es sólo Walt Disney carcomiéndonos el cerebro tras su previo lavado, es la utopía que pretende extenderse en el tiempo, y que, como todo en la naturaleza, debe morir.

La muerte es igualmente bella. Las olitas lamen los contornos usualmente tras el primer golpe que derriba los torreones y arrastra a las princesas encantadas a los confines submarinos. Van redondeando las formas que solían ser angulosas, y un montón de arena húmeda y agujereada queda como vestigio del Coliseo que solía erigirse hace un momento.

El problema con los castillos de arena, es que no hay ninguno. Se disfruta el hacerlos aunque pueda haber complicaciones arquitectónicas en el proceso de edificación. Aunque no se pueda asegurar y librar de daño lo edificado el negarse a construirlos sería negar la mitad de la experiencia veraniega, y por ende un cuarto de tu vida. Si no más.
El problema con los castillos de arena, es que el problema no existe. Se ama hacerlos y se ama deshacerlos, se recuerdan los recovecos y se vuelven a construir nuevamente si es necesario.
Aunque muchas olas no estén de acuerdo.

lunes, 2 de febrero de 2009

this is

Soy tu secreto mejor guardado.
El As bajo la manga... o más bien la Reina. El conejo que se rehúsa a salir del sombrero. El mundo aparte.
La guarida, el refugio, la jaula hamsteriana, el rincón.

Soy la que espera siempre tu regreso. La que espera... y sigue esperando que el momento de la calma llegue para poder abrazarte.
Soy la que llora por las dos.
Soy la que escribe por las dos.

Soy la escalera que no llega al cielo, el segundo que se dobla y ruega no fracturarse. Soy la llave que se moldea a todas tus cerraduras. El pie que nunca retrocede, a pesar de las advertencias.
Soy el corazón que dejó de latir para mantenerme viva, y ahora alberga una ilusión con alas de plomo.
Soy la que miraba todas las tardes por el balcón a ver si veía tu casa, sabiendo que era imposible remover los cerros y la distancia.
Soy la que espera... soy la que esperanza tiene, sólo eso y nada más.

Soy lo que escondes bajo la almohada, tras los libros o entremedio de sus polvorientas páginas.
Soy tus manos en la ducha, y tus zapatillas en los pies. Soy tus cueros anudados a tu muñeca, y tu sonrisa. Soy tus ojos, tu nariz, tus labios.
Soy la que se sienta frente a tu mirada y busca allí el secreto del cosmos.
Soy la que piensa en ti bajo la lluvia, bajo la noche, o bajo el atardecer veraniego.

Soy la que no quiere perderte, pero está siempre dispuesta a dejarte ir... si es necesario.
Soy la que te ama sin medidas, la que aprendió a soltarse de las amarras.
Soy el secreto incondicional, el secreto exhalado, el secreto amado.

Soy tuya.