miércoles, 26 de octubre de 2011

[Sin]vergüenza

Hay proyectos estéticos incomprendidos, como esos del prescolar.
Se supone que las flores estaban enfermas y durmiendo, así que el médico venía y hacía el amague de pincharnos con sendas agujas de cartón. Luego de eso, las flores revivían y hacíamos alguna danza practicada cien veces en el patio al ritmo del pandero. Pero qué más se le puede pedir a la coordinación de una niña de cinco años.
Podemos ahorrarnos el horror de hacer el análisis simbólico de que alguien "te pinche la flor". Lo único que yo se, es que esa fue la primera y última vez que arrendé un disfraz, y que las panties siempre pican mucho.
¡Es todo lo que se!

Pd: Pascal, agradece que no tengo Facebook...


martes, 25 de octubre de 2011

groovin'

No tengo vuelta.
No tengo esquinas polvorientas, yo soy el polvo entero. No tengo manchitas, estoy cubierta de barro de pies a cabeza. Soy un desastre. Lo seré siempre, porque (aparentemente) hoy quiero serlo.
Ay, reina... me carga la palabra reina, pero ahora se me vino a la mente.
El mundo no va a dejar de girar porque tú y yo estemos como dos cometas errantes, como meteoritos entrando en la atmósfera, nos vamos deshaciendo a medida que pasamos capas y capas defensivas, "coraza" que le dicen. ¿Y? ¿No es esto por lo que tenemos que pasar? Yo lo quiero pasar, contigo. No tengo miedo de crecer junto a ti. No me voy a ninguna parte... no sin ti.

Reina, yo no se cómo más decírtelo, así que te lo voy a cantar:

loving you, is easy 'cause your beautiful... (and I'm effin lucky!)


martes, 18 de octubre de 2011

memories

Cuando tenía nueve viajé a ver a mi madre. Mi madre me dejaba poner música. Yo ya había soñado antes con su departamento y con el lienzo pintado con el que nos recibió. Estaban Régis y ella muertos de frío en la estación del tren. Yo viajaba como menor no acompañado. No me acuerdo quién nos acompañó en el tren.
Mi madre me dejaba poner música. Tenía un convenio con una tienda de discos que por unos francos le enviaba discos best-sellers a su casa. Uno de ellos era Songs of Innocence, y cada vez que escucho la canción Tana Shaot Lein pienso en su piso enano, de 20 metros cuadrados a lo más, en el frío y en la nieve que cayó a pesar de que estábamos en la costa, de la casa donde nos quedamos en León y del Monte St. Michel, de París y cuán fea encontré la Torre Eiffel, de lo pobre que era mi mamá y de que no nos daba vergüenza haber recogido el futón en el que dormíamos de las cosas que la gente botaba en la calle y que cualquier otro tenía derecho a tomar. Me acuerdo de la Patty bailando el "Toma que toma" con una bufanda amarrada a la cintura en la casa de la Margarita que diez años después iba a limpiar para ganarme unos euros, de lo entretenidas que eran todas, de lo simpático que se veía Régis disfrazado de colocolino entre puros franceses que no pueden pronunciar bien la erre.


Era hermoso, como la canción lo es.

lunes, 17 de octubre de 2011

sing along

'Cause you're the only one who knows exactly what I mean :)


Deslízate todo lo que quieras, yo seguiré haciéndote desayunos y amándote aunque tengas cabello de loca.

jueves, 13 de octubre de 2011

Regina Spektor tiene una canción maravillosa, se llama Fidelity. Si el windows 7 starter no fuera una putada lo pegaría, pero sorpresa, no me deja:

I never loved nobody fully
Always one foot on the ground
And by protecting my heart truly
I got lost in the sounds
I hear in my mind
All these voices
I hear in my mind
All these words
I hear in my mind all this music

And it breaks my heart



Nanai

Hace tiempo que no cantaba Silversun Pickups en mis oídos: when reactions turn into hurricanes
Odio lo que causo, más no logro dejar de ser la misma tarada de siempre. Pienso luego en que podría haberlo dicho mejor, de otro modo, con otras palabras y con otros gestos. Pienso en que no debería haberme puesto a llorar, pienso en que debería haberlo hecho todo de otro modo, en que no debería tener miedo de decir lo que quiera decir.
No es miedo a hablar, es miedo a las consecuencias que tiene lo que diga.
Es miedo a perder.
Es frustración. Ganas de tronar los dedos y de que el mundo entienda por qué hago lo que hago y digo lo que digo y por qué lo digo así y no de otro modo.
No huyo de nadie, no me siento prisionera de nadie. Todo lo contrario, siempre ando buscando refugio [sobre todo en ti].
Egoísta, lo se.
Descuidada, lo se.
Escúdome siempre bajo las buenas intenciones, pero es como si tuviera cuchillos en vez de lengua y no puedo dejar de sentir que cada vez que hablo la cago. La voy cagando una y otra vez, hundiéndome cada vez más en el barro de las palabras que no logro pronunciar correctamente, porque no se hablar español, porque no se hablar en humano, porque es más fácil sacarme el corazón del pecho para que lo puedas leer, o te lo pongas en el oído y dejes que él te hable. Porque él sabe decir en su tum-tum mil veces mejor que yo todo lo que quise. Todo lo que quiero. Todo lo que necesito, más bien.
No tengo que correr lejos. No quiero hacerlo. Al único lugar al que siempre he corrido es hacia la puerta de tu casa, hacia ti, hacia tus brazos. ¿No lo ves?
Me desespero, intentando explicarme y cada vez me enredo más en la madeja. Voy haciendo nudos en vez de desarmarlos. Tal vez por eso nunca pude aprender a tejer.

El tum-tum, escúchalo. Él te está diciendo todo lo que necesitas saber... escúchalo con atención. Dice tu nombre.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Sigma

Sigma (seis).
El seis es un número tan malinterpretado, se puede voltear y convertirse en nueve, es el número del diablo, si lo escribes tres veces y te lo insertas en la nuca eres el hijo del demonio...
Seis es el número de la llave de mi casillero (la llave la pedí ayer, que era cuatro, pero vale igual!) que aún tengo porque olvidé devolverla.

Seis son los meses que llevo contigo.

A los seis yo ya sabía leer.

Seis, sigma, six, sechs...

No se vale, yo ya te amaba desde antes. Y tú me amabas a mi desde antes. Sólo que no nos dimos cuenta, porque estábamos entretenidas viviendo y mirándonos el ombligo.
¿Por qué no celebrar los cuatro años y medio desde que te conozco?
¿Por qué no celebrar los seis mil años que pretendo amarte (seré polvo, mas polvo enamorado...)?
¿Por qué seis y no seis billones de sonrisas que pretendo sacarte?
¿Sólo seis meses y ya me hago un nudo entero cada vez que te miro a los ojos?

Seis no es nada y aún así es digno de celebración.
Porque tú y yo somos dignas de celebrarse.

Gracias, ¡bendito seis!