lunes, 29 de noviembre de 2010

Canción oxidada

Y mientras tanto yo estaré
volando por los cielos que me mostrarán
lugares que nunca pensé
que llegaría a conocer.

Así me dejaré llevar
por las corrientes que me hagan navegar
y muchas nubes pasarán,
pero te volveré a encontrar.

Nube - Nano Stern

¿Tesis? ¿Mh ah? xD

jueves, 25 de noviembre de 2010

Biblioteca

Tiene un aro en la fosa nasal izquierda. Un fino reloj de pulsera en la mano izquierda. Se tomó casi toda una botella de jugo Watt's de manzana, su mp3 es de color rosado con negro y tiene en su cabello rizado y corto una trenza de hilo con plumas al final. Resopla, cabecea, se refriega los ojos, sabe que la prueba es mañana y que le queda un montón de textos por leer aún. Pero el sueño puede más, le cierra los párpados, le dice que su libro de Introducción a la teoría de Sistemas puede esperar porque ahora lo que necesita es un colchón y un montón de almohadas que babear.
No, se rehúsa. Apoya la cabeza en el brazo derecho empuñado y aunque este se resiste y cae y la hace ver como que está asintiendo a cada momento no cede. No puede dormirse, no ahora. Le da vergüenza, sabe que va a babear las hojas, pero el sueño es más fuerte, la tira. La tinta la tira hacia la mesa, hacia el sueño, hacia el REM inevitable.
Me mira escribir de reojo, la miro de reojo de vuelta para que no sepa que la estoy describiendo, que la vi limpiarse las comisuras de la boca que tenían saliva empozada. La miro como diciéndole "Es normal, si es fin de año y estamos todos estresados e idiotas. ¿Qué más da?"
Se le vuelven a cerrar los ojos, el brazo vuelve a oponer resistencia al peso de la cabeza mareada.

Se cruza de brazos, resopla de nuevo y cae.
Está dormida.

martes, 16 de noviembre de 2010

mensaje





[ Abre ] te

viernes, 12 de noviembre de 2010

Lección para el vacío

Huidobro me regaló un paracaídas. El más hermoso que pude haber conocido jamás.
Lo dejó envuelto en mis brazos, con esos ojos brillantes, que al mirarme me hacían sentir distinta. Fuera de mi misma. Cervantes vino y lo amarró a mi espalda y a mi cintura: Ten cuidado, me dijo, porque se te va a caer si no lo cuidas.
Saint-Exupéry me llevó sobre el desierto en su avioneta perdida, bordeando el asteroide B612 para hacer piruetas mortales en el vacío. Jamás me había reído tanto jugando a coserte estrellas en ese collar, que luego usé de cuerda para dejarme caer por una de las alas de la avioneta.
Desplegué mi paracaídas, el más bonito del espacio sideral. Hecho a mi medida, que me sigue mirando con esos ojos brillantes frente a los cuales simplemente me quedo muda. Speachless me dijo Orwell, muy envuelto en su capa de dandy inglés.
En Saturno un marciano quiso dejarme un recuerdo, me palmoteó el hombro y por arte de magia quedé con dibujos en la espalda. Arcanos que mis ojos no pueden alcanzar sin un espejo. Me gusta cuando los dedos de alguien más delinean a la Golo, como si la estuviesen rehaciendo con cada pasada. Todos me preguntan qué es, qué significa. Solo yo se, porque solo yo hablo marciano. Es mi secreto, mío y del conejo que he seguido por este interminable laberinto. Ya no corre porque no va tarde a ninguna parte, y tampoco se molesta en decirme hacia dónde vamos, así que me he dispuesto a observar el paisaje con la calma más absoluta, bien amarrado el paracaídas a la espalda y en la cintura, sintiéndolo dormir por las noches, mientras Lorca nos canta una canción de cuna gitana y Dalí le hace la corte.
De Troyes me pasó la espada para defender a Isolda, Sancho te manda saludos desde su isla y dice que todo al fin de cuentas es barroco, Juan Emar me toma de la mano y va contando hacia atrás: 3,2...1


lunes, 1 de noviembre de 2010

Casi 8

De tanto apostar, alguien siempre pierde.

No he aprendido, ni siquiera con todo lo que viví entonces.
¿Qué dices tú? ¿Perdimos o ganamos?
Yo digo que ganamos. Soy una sucker por ver siempre el vaso medio lleno. Sigo siendo Pepe Grillo, aunque por años dejaste de darme silbidos de ayuda.
Te debo una disculpa, aunque llegue con seis años de retraso.
El miedo, cuando yo era la que dejé de ser, me paralizó como bloques de cemento los pies. Tenía miedo de lo que me dirían todos si me vieran contigo, si supieran lo que yo era, lo que tú supiste ver desde el momento en que pusiste tus ojos sobre mi.
Eras rara. Siempre lo has sido. Yo también lo era. Yo también lo soy. Y sólo tú pudiste ver eso sin reírte, porque todos los demás se rieron. Arica es un lugar duro para ser diferente, tú lo sabes mejor que yo. No necesito predicarle a tu coro.
Sabes que creo que eres a la primera persona a la que me atreví a decirle te amo, claro que lo hice desde la cobardía de que tú nada podrías hacer con ello. Porque tú eras igual de cobarde que yo.
Ese día mis pantalones tenían agujeros, y yo tiritaba a tu lado en el asiento trasero. Last day, first kiss... Special needs y el neumático que resultó no ser el único testigo de algo que se repitió en una sola ocasión. Y que vagamente recuerdo.

Sí, de tanto tira y afloja, de tanto apostar, salimos perdiendo las dos. ¿O ganando las dos? Yo diría que ganando. Aunque mis tiras y aflojas fueron lo menos docto y honesto y en realidad aún me pregunto por qué demonios me hablas. Yo no se si me habría perdonado (es mentira, sí me habría perdonado, habría entendido que éramos sólo niñas asustadas intentando encajar donde simplemente no pertenecemos). Nadando contra la corriente siempre. Con esa proxémica que me dejaba a milímetros de tu nariz aunque medio curso nos mirara. La fleta del curso y la heterocuriosa. Cuando me hacías reír caminando por Diego Portales, cuando íbamos a la escalera al costado del Morro, cuando pasabas a saludar y cuando - por medio de tus habilidades a lo FBI - te seguías enterando de cada paso que daba y que doy.
Perdón por la tardanza, perdón por la demora. Perdón por las palabras, perdón por los silencios. Perdón por las apuestas, las canciones y el tira y afloja.
Seis años tarde, pero vale más tarde que nunca.