miércoles, 1 de febrero de 2012

Adhesiva

Y de pronto vuelvo a creer en cuentos de hadas.
Y de pronto vuelvo a andar en bicicleta.
Y dejo de lacerarme por el pasado, porque aprendí que no se puede borrar.
Y dejo de torturarme por el presente, porque aprendí que sólo se puede vivir.
Y te miro con los párpados que se te ven siempre violetas.
Y puedo dormir en paz.
Y al estar despierta busco pinturas y estantes para la casa.
Busco cosas que decir y las voy enlatando, sellando al vacío. Dibujándolas con el dedo en tu espalda para que las sepas sin que te las diga.
No hay nada más feo que el sonido de mi voz después de mucho rato de silencio. Me sale cortado, como el café, y huele feo, como la basura.
Soy un dragón de Comodo, una dragona cómoda arrastrando la panza a ras del suelo, escribiendo sobre pelusas que bailaron en sangre.
El otro día me acordé de ese cuento. De ese cuento que escribí en otro lado, donde el chico se esconde debajo de la cama y ve pelusas bailando y luego hay sangre. Ya no recuerdo bien cómo iba.

Y te das media vuelta, y quiero gritarte mi vida, vaciarme las venas que están con la tinta hirviéndome desde la punta de los dedos hasta la raíz del pelo y no puedo, no puedo porque tengo miedo de que si ves lo horrible que soy, lo humana que soy, te marcharás. Por lo menos ya no arrastro cadenas, ya me las tragué y ahora me pesan junto con todo lo demás.
Junto con la señora que gritaba en el primer piso de mi antiguo edificio donde el número de teléfono de mi departamento era 251191. Donde había un buzón azul donde se echaban las cartas que llegaban a casas tal vez cercanas a la tuya.

Bastonazos de ciego, hasta esos tienen más seguridad que la vida misma, porque en eso se juega todo. Un error y estás fuera.

¿Confundido? De qué, nunca has escuchado de coser. Pues este es mi horrible chaleco, estos son mis calcetines, este es el telar eterno que teje una Penélope cuyos dos más grandes temores son perderse a si misma y perderse en si misma tejiendo el telar. Los demás, lamentablemente, son asteroides, planetas, soles, estrellas... y un candado que es el peso de mis párpados, como los tuyos violeta.

Quiero una vida contigo. Ya la tengo. Soy feliz.
Quiero una vida conmigo. Ya la tengo. Me duele la cabeza.

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