miércoles, 22 de julio de 2009

¿A quién engaño?

Cuando caen las bombas en mi horizonte... Un nuevo Hiroshima y un nuevo Nagasaki han explotado en mi cráneo, cuando aquellas palabras se depositaron en mi canal auditivo.

¿A quién he engañado todo este tiempo? ¿a quién le he construido la ilusión de que el amor de padre es incondicional... sino a mi misma?

Seamos honestos. Hablemos por vez primera a calzón quitado, Laura. Dejémonos de tropos y figuritas y de teorías de recepción... Ah... que duele.

Hijos, hijos... si no los quiere no los tenga. Dónelos, déjelos en el porche de la vecina acaudalada, ahóguelos en el Mapocho atados a un ladrillo, bótelos a la basura... ¿Para qué los trae al mundo, les construye castillitos de arena si a la primera oleada se nos va el supuesto amor incondicional a la chucha?

Seamos honestos. Dejé que me cantasen esas canciones de cuna y me lavasen el cerebro, me dejé sobornar por trenes a vapor y figuras de acción de las tortugas ninja y mini tarjetitas de crédito y dólares plásticos de Barbie. Me dejé acariciar por manos de psicólogo y filósofa sólo para descubrir que una vez que abandonas el nido todo se vuelve cosa fría de números y llamadas de teléfono más esporádicas que las veces que he consumido bistec en los 2 años y medio que llevo fuera de casa.

Dime papá, si Benjamín no viniese conmigo cada vez que viajo a Arica... ¿realmente te urgirías tanto por mi llegada?
Dime mamá, si la abuela no estuviese muriendo y tú no vieses su progresiva degradación... ¿realmente te apresurarías tanto en coger el avión?

Mis padres han sabido excluirse de mi vida y reemplazar las cartas por giros y depósitos... Diganme si la vida no es mejor a larga distancia, ¿eh?
¿O tal vez estoy viendo la paja en el ojo ajeno y no la vida en el propio?... Si, totalmente de acuerdo, mis disculpas. Verán, los hijos tendemos a victimizarnos, eso es lo que hacemos, cuando tenemos padres que nos dan razones para generar este tipo de comportamiento no tan inusual.
¿Qué qué podemos hacer?
Pues nada, ya es muy tarde. Felicidades, han criado a un ser un poco más miserable que antes... Las metidas de pata ya están hechas, ya me han criado y no hay vuelta atrás, ni llorar sobre la leche derramada es factible ya, ni quiero disculpas ni excusas porque sé que no me las darán, porque sé que creen que están en lo correcto, porque sé que me dirán que me aman y que sólo quieren ser y que sea feliz.

Pues saben qué... No, muchas gracias. El engaño ya lo descubrí.

1 comentario:

Minerva dijo...

Tal vez no sean las palabras que todo hijo quisiera escuchar, tampoco son las cosas que como amigas nos gustaria oir...

Pero en defensa del diablo, a nadie le enseñan a ser padre, a veces se piensa que supliendo las necesidades materiales se calman un poco las del corazon, una tiende a aceptar ese tipo de condescendencia al principio, pero cuando te revienta en la cara duele más...

Lamentablemente es preferible quedarse con un simple...

es mi familia, no los escojo
a nadie le enseñan a ser padre.

por lo menos los amigos nos escogen
:D yo te quiero a ti cada dia!
(cursi lo sé)