jueves, 22 de enero de 2009

side B

Mi pasado me ha hecho ser como soy ahora.

Mi pasado me ha forjado. Las ondas de la playa donde dejé tirado el traje de baño, el primer beso con el ocaso en la glorieta abandonada, los cigarrillos ocultos, las uñas rojas, las camisetas topless sin los sostenes debajo porque el tamaño lo permitía, las pantys caladas, las risas, los hielos tintineando contra el vaso que tenía Dios sabe qué trago dentro, mis encendedores zippo, regalados por mi viejo... las mentiras, las siestas en el suelo de mi sala de clases, los cagüines, todo me ha hecho ser como soy ahora.

No espero que lo entiendan, ni que lo aprueben, ni que les agrade siquiera, pero es imposible concebirme a mí misma sin mi movido pasado, sin todas las carreras que ha tenido el cuerpo. Que no son pocas ni muchas.

Mientras veía un montón de idioteces en youtube me vino a la mente una noche, mi mamá había venido a Chile y habia arrendado un departamento por dos meses en Arica, así que mi hermana y yo vivimos con ella ese lapso de tiempo. Era divertido, me hacían fumar afuera y había que lavar la ropa a mano. Mi mamá nos dejaba salir, con tal de que tuviésemos el celular a mano, ella dormía tranquila.
Salía con Rodrigo, como siempre, íbamos a una disco luego de que yo consiguiera el carnet de mi hermana que estaba vencido y lo mostrase en la portería, minas gratis hasta la una.
Vestido sin escote, converse, bolsito, maquillaje bien aplicado... y la boca cerrada para que no me viesen los frenillos.
La disco era un bodrio, un montón de borrachos bailando congas repetidas una y otra vez, el mismo baseline del boom-booom-boom que sólo sugiere un agarrón de culo para la pobre doncella bailarina.
Nos largamos. ¿A dónde? A la casa de alguien que tiene una mejor movida, y hay música más...alternativa.
La casa quedaba cerca de la playa, cerca del parque donde los dealers y las putas hacían el negocio cotidiano y ganaban con sudor la coca de cada día. ¿Pero a quién le importa si es sábado por la noche y tienes 16? A mí no.
Llegamos, un montón de góticos - o goticholos como llamaba yo a los "estucados" - y gente alternativa, tratamos de bailar, aburrido. Llega un chico que usaba lentes de sol, dentro de la casa y a las tantas de la noche, y me pregunta mi nombre y qué estudio. Le digo que tengo 16 y que voy en el colegio. No se espanta por eso, me sigue joteando. Me aburro, quiero fumar pero la gótica gorda de escote sobresaliente y tetas masivas sigue hechando Glade por la habitación.
Nos largamos.
En la calle caminando con el Rod un auto se estaciona a nuestro lado, la pareja de lesbianas que nos acompañaba va lejos retrasada por sus arrumacos. No me desagradan. El auto espera, va parejo a nuestros pasos, el Rod es tan flaco que pasa por mina camionera. Nos detenemos, el auto acelera. Pasó el susto.
Vuelvo a casa con la sensación de haber gastado suela y 600 pesos en colectivo.

No he crecido. Sólo pasé sustos y las historias no tienen nada sobrenatural.
Es bueno tener ese lado dentro mío.

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