domingo, 18 de enero de 2009

nonsense

Comienza el proceso de desconexión cerebral.
Creo que por eso he bebido tanto este fin de semana, he nadado en un mar de destilados y cebada, léase vodka y cerveza. Me he sumergido en las profundidades onduladas del humo del cigarrillo, y amanezco tosiendo los pulmones que no me quedan. Pero la sonrisa no se borra, porque hay momentos en que me desconecto, y siento una inmensa alegría de estar viva.
Por eso bailé ballet en Bilbao con Seminario abrazada a un poste cantando I'm singing in the rain acompañada de mis amigas. Porque necesito ser estúpida en momentos, dejar de sentir que todo pesa, que todo duele, que todo es espeso y confuso. Sacar la cabeza del agua y estirarla hasta que llegue por un montón reducido de horas a las nubes.

Volar, aunque sea en el medio de la cama de dos plazas que se nos hizo justa para las tres.
Despertar y ver monitos, quedarme en pijama haciendo nada. Soñar despierta, bailar de manera ridícula sabiendo que tal vez el vecino me ve por el ventanal. O si no el tipo raro del auto blanco que siempre se estaciona en la vereda de al frente.
Escuchar a Metro Station hasta que no quiera oírlo en dos años más.
Mirar en mi ombligo, y hundirme en él sólo por cinco minutos, porque no quiero oír nada más.
Sólo reírme, hasta que me duela el estómago, sentir que puedo ser pendeja de nuevo, que puedo respirar de nuevo, que puedo extrañarte de nuevo, que me extrañas de nuevo.

Que todo se vuelve a armar.

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