martes, 29 de diciembre de 2009

The Technicolor Phase ♥

La verdad, es que tengo muchas cosas que quiero decir, peor no puedo ordenarlas para no despilfarrar lo ordenado y hermoso y letrado de tu blog.
Esta será la entrada obeja negra, pero con todo mi amor.
Basicamente lo que quería decir es que así camino yo detras de ti, y que no importa a donde vayas ni donde estes, ni donde quieras ir... No puedes alejarme de ti, voy contigo, voy en ti...
Soy contigo.
Todo tenía más sentido en mi cabeza...
Tu lo sabes, yo funciono mejor con música.

Lo que quería decir es esto:



te amo.

domingo, 27 de diciembre de 2009

untitled

No existo sino en este montón de letras.
Es aquí donde puedo pretender ser inmortal... si muero, sólo quedaré en ellas, sólo quedaré en cada espacio y cada tecla. En cada pensamiento mal redactado, en cada titubeo, en cada contradicción.
La gente cambia, mis letras lo han demostrado.
Intento desplegarme en cada párrafo, explayarme más allá de los límites que he dibujado con tiza, como un cuerpo del delito es demarcado en el asfalto.
Intento ... no se si lo he logrado.
La verdad es que tampoco me quita el sueño. El que me lee me lee y ya está. He quedado en su retina, me he adentrado un poco en su universo, he gastado su tiempo, he modificado una percepción, alterado un ADN, nadado en su pupila y dibujado en su iris, y rezado para que disfruten el viaje.
Pero sigo siendo inmortal aquí. Eterna y compleja. Libre sobretodo.
Ni sincera ni falsa. Ni mujer ni hombre. Incorpórea... diluída.
Feliz, inmensamente feliz. Nada me hace más feliz que escribir (excepto claro, escribir para tí o contigo).
Trazar líneas para reafirmarme que existo. Que no soy invisible ni inservible.
Que cuento contigo y con él y con ella.
Que no he muerto.
Que sigo viva.
Que no he acabado, sino que recién comienzo.
Que aún queda tanto, tanto por escribir.

lunes, 21 de diciembre de 2009

felicidad instantánea

Aire limpio.



Mucha risa. Poco café. Cero cigarros.



Mucho viento. Tú. Claudio y Carito.



Gracias totales.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

pupurrí catastrófico

Somos como un montón de luciérnagas...
Un montón de Ícaros quemando las ceras al sol de 75w...
Un montón de creídos con un saco de esperanzas a la espalda.
Yo no cargo el mundo, al pobrecito mundo le toca hoy cargar conmigo.
¿Y qué mas da lo que vaya a ser de mí mañana?
Todo puede ser visto desde 1o pulgadas de plasma líquido.
¿Cuándo me va a dejar de importar?
El día en que todos queramos votar por Piñera... incluyéndome. Allí, mi vida no valdrá nada.
¿Cuándo me quemaré las pestañas con mi propio sol de 75w? O peor...¿cuándo cagará mi ampolleta?

¿Quién va a ser el desgraciado que me la va a reventar?

lunes, 14 de diciembre de 2009

La niña mueble

Póngame por aquí no más señor, todo sea por no molestar. Aquí, aquí en este rinconcito no más, dan lo mismo las telarañas, trataré lo mejor posible de no apolillarme y de que el barniz en spray cumpla su prometido sobre mis maderas.
No se preocupe por la humedad, ni de que se me hinchen las puertas, no señor, usted tiene otras cosas en mente.
Póngame no más encima ese frutero con sandías, los diccionarios enciclopédicos y la vieja pantalla del computador.
Para eso me hicieron, para resistir peso y almacenar chucherías. Yo feliz mientras no olviden de cuando en vez usar posavasos, bajar sus zapatos de mi superficie y pasarme el paño. La utilidad ante todo, la condición de servicio.
Agachar el moño... como siempre.

sábado, 5 de diciembre de 2009

efecto mosca

Laura Romero se despertó una calurosa mañana de diciembre convertida en una mosca gigante y peluda.
Ya había presentido algunos cambios corporales y una cierta aficción por los innumerables botes de basura de la calle Colón, pero jamás pensó que estos detalles tuviesen algo que ver con su transformación.
Dificultosamente logró colocarse en sus seis patitas sobre la alfombra téconleche de su habitación, puesto que se había aplastado las alas.
Se miró de reojo en el vidrio del cuadro que había colgado hace un par de meses, en el cual había encontrado el cadáver polvoriento de una araña de rincón en tan perfecto estado que pensó que la araña estaba viva. La imagen que le devolvió el reflejo la hizo intentar sentarse en el borde de la cama y tambalear hasta volver a caer de "espaldas".
¿Qué había pasado?
¿Qué había dicho?
¿Qué había hecho?
¿Qué le diría a Wallace el próximo semestre, en estética?
¿Qué le diría al mundo?
¿Cómo vivir en aquel cuerpo inmundo? Un sólo soplido de Raid accidental y podía pasar a la historia.

Dios mío. La peor imagen había llegado a su mente, hace un par de meses atrás había visto en el Publimetro la noticia de la gripe bichística A1B1. No tomó precauciones, "pura paranoia", pensó... No supo cómo ni cuándo, pero evidentemente, alguien se lo había contagiado. ¿O tal vez era hereditario?
Comenzó a imaginarse su vida entera de mosca. Jamás podría tener hijos. Si tenía suerte la encerrarían en un zoológico y se volvería la nueva atracción, rodeada de cáscaras de maní, de plátano y tapas de botella rosca. Lindo futuro.

Tras varias horas de reflexión, se sintió hambrienta, y su papelero estaba vacío -aquella manía de Lucía de vaciar sagradamente todos los días los papeleros la tenía hastiada-. Intentó escribir alguna explicación en un papel para poder comunicarse con Rocío, mas todo fue en vano. Sólo podía zumbar y aletear torpemente en aquel pequeño espacio.
Una mosca, una sucia mosca. Ella misma había aplastado mínimo media docena hasta esta ocasión.
Inhaló profundo, y con dos patitas tiró de la puerta -que no estaba del todo cerrada- para salir. Intentaría que la abuela no la viera, para que no le subiera la presión ni le diera un síncope ahí mismo en el pasillo.

"No hay caso, donde me paro, la cago", fue su último pensamiento.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Yo creí en esto.

Quisiera comenzar esta historia, el primer día de marzo, cuando venía llegando tarde a clases, y la profesora jefe me hizo salir de la sala y volver a entrar, esta vez saludando como es debido. Me hundía en la vergüenza de ser nueva y haber errado en los primeros minutos de mi educación media.
Los comienzos son todos muy parecidos, la tensión, las miradas, los inevitables juicios, profesores nuevos, un nuevo idioma que aprender y un cerro de tareas que se acumulaban...
Se podría decir que cuando comenzé no era más que una adolescente, y algo curioso sobre los adolescentes es la intolerancia al conflicto, al miedo y al fracaso. Por eso somos grandiosos fabricantes de máscaras, que pueden tomar la forma de un piercing en la lengua, el cabello teñido de un color estrambótico, ser el rebelde de la clase, el más gracioso, e incluso, el más inteligente.
El único problema con las máscaras es que no crecen a la medida de nuestro cuerpo, y es entonces cuando por tedio la máscara comienza a apretarnos el rostro, y no nos deja respirar; es ahí cuando comenzamos a mostrarnos, cuando no tememos ser nosotros mismos, y podemos inhalar libremente.
Lamentablemente, para los más convencionales, esta es la etapa en la que somos los rebeldes sin causa, es cuando hacemos las "tomas" y pensamos fuera de la caja por un segundo.
Hoy, miro orgullosa los rostros de mis compañeros, esperando que ellos se hayan librado de sus máscaras, y puedan ver el mundo que hoy se nos abre, la vida real que nos tiene atemorizados ha finalmente hecho su aparición innegable. Y como rápidamente se saca el parche de una herida, hoy debo decir adiós.
Aunque cada fibra de mi ser desee congelar esta tarde, y que esto nunca acabe, algo así como poner una pausa infinita.
[... agradecimientos, blah blah...]
No tengan miedo, vivan hasta sentir que la tierra les ha quedado pequeña, rían, pues nunca sabrán quién se enamorará de su sonrisa, amen, porque no hay cosa más maravillosa que amar y ser amado en retorno. Si cometen errores, levántense con dignidad. Jamás acepten un "no" o un "imposible" por respuesta. Alcancen su sueño, paso a paso, sin importar lo que los demás piensen, no dejen que nadie los pisotee o ponga techo sobre sus cielos abiertos.
[...]


Discurso de Cuarto Medio, leído el 11 de diciembre, 2006