domingo, 21 de febrero de 2016

Buena

Su respiración pesada a mi lado. Ese silbido característico de una nariz que batalla contra las cantidades de oxígeno que insuflan, cada dos segundos, unos pulmones aplastados por el peso de 100 kilos que desmiente cada vez que puede.

Ese pecho que se levanta y sobre el cual me quedé dormida en incontables ocasiones. Sí, es mi papá que está de visita. Desde que llegó hace un par de días, con esposa e hijos siempre, mi rutina se fue al carajo: comemos cochinadas, hablamos del futuro, interpretamos sueños y me hace asesoría académico-profesional cada vez que puede.

Hace muchos años fue mi superheroe favorito. El hombre de acero al que las balas podían penetrar. Una escultura de mármol fría por fuera y acogedora por dentro. Kung Fu Panda en sus shorts de rayas tipo Adidas al costado y voz calma, siempre calma ante todo.

Le confío mi vida porque él me la dio. Le confío mis sueños y mis temores porque se que está ahí para mí a pesar de todo, altos y bajos, viento y marea, frío y calor, pobreza y riqueza. No es mi amigo, pero tampoco es un extraño. A veces lo detesto y otras lo único que anhelo es su brazo pesado rodeando mis hombros, que de pronto se vuelven chiquitos cuando él los abraza.

"Lo importante es ser bueno". "Lo importante es darse cuenta de que los muros son en realidad puertas con picaporte, que tú sí puedes abrir". "Lo importante es meditar". "Lo importante es darse cuenta de que no tenemos control sobre nada". "Lo importante son tres cosas: Dios existe, ser bueno y tu papá siempre te ama".

Yo no se si soy buena. No me siento "buena" de esa "buenitud" que hace características a las personas "buenas". Intento nunca hacer daño pero fallo en el proceso, porque mientras más inseguridad siento más saco las púas.

Quiero hacerme bolita y que me despierten cuando la marea haya pasado, cuando la vida tenga nuevamente fundamentos y certezas, cuando el terremoto haya pasado y los bandidos estén en prisión y yo ya no sienta que tengo que ponerme máscaras.

Creo que de éstas últimas tengo tantas que ya no se cuál es mi verdadero rostro. Era una contigo, con él soy otra, con ella otra más... La que fui, la que soy, la que quiero ser. ¿Qué tienen todas en común además del tiempo verbal en pasado, presente y futuro?

El se fascina con mi amplitud de opciones. Dice que tengo que "puro darle" a todo: pega, relaciones a larga o a corta distancia, pero siempre siendo buena, buena, buena. Buena pal' hueveo será, me pregunto a veces. ¿Qué bondad queda en mí? ¿Qué cariño? El amor propio siempre lo tuve y a veces se trastoca en un egocentrismo recalcitrante del que he jurado deshacerme en más de una ocasión, sin éxito. ¿Cómo se hace para ser buena? ¿Buena con los demás y conmigo misma?

Su silbido de nariz me da sueño... se me cierran los párpados. Le pregunto si lo soñé o era cierto que me tocaba la guitarra cuando estaba enferma. Me dijo que muchas veces lo hizo, cuando estaba enferma o simplemente para hacerme dormir. Tocaba Luchín de Víctor Jara, cantaba mientras punteaba las cuerdas plásticas y metálicas con el mismo punteo con el que yo lo intento semisatisfactoriamente hoy.

Sus hijos, mis hermanos, ¿serán/seremos buenos también?

Meditar. Hacer ejercicio. Comer bien. Dormir bien. ¿Cuál es la receta que me encamine hacia la bondad? Al menos me parece un noble propósito, una mejor propuesta que "se un profesional completo con doctorado y postdoctorado"...

Se buena. No mejor. Simplemente buena.

A ver si logro averiguarlo.

No hay comentarios: