lunes, 22 de agosto de 2011

Changement

To burst.
Estallar en mil pedazos, la cara desfigurada, los ojos rojos, la nariz roja, roja entera deshaciéndome y al otro lado del teléfono su voz diciéndome que todo va a salir bien, que no estoy sola, que ella nos va a aceptar.
A cada propuesta nueva la voz se me va haciendo astillas que son más y más difíciles de tragar, y te sentís sin casa, te sentís un cacho, te sentís mal nomás porque no te queda otra, agarrar tus cositas y mandarte a cambiar de nuevo y de nuevo y otra vez, buscando casa, buscando manos de las que aferrarse, manos tendidas y pequeñas, de dedos largos y delgados, y otras manos más regordetas que te sostienen con ganas, manos ásperas que intentaron sujetarte tantos meses.
Hasta que revientas y dices que ya no das más a basto, que la vida así no es vida, que tenís de todo pero igual prefieres volver a dormir en el living de un departamento enano de dos por dos sin ni un cochino peso en el bolsillo.
¿Dar el paso o esperar a que esté todo dispuesto según tus condiciones?
Tuvimos que pegar el salto de nuevo, se viene de nuevo todo en cajas y en bolsas y llamar a los fletes y sentir que estoy escapando, hasta que una voz a mi espalda me dice que no es escapar, que es seguir el paso de una evolución que tiene su propio programa y no se molesta en pasártelo cuando tú naces.
Todo es sorpresa, no sabes dónde vivirás ni de qué vivirás, no tienes piso ni techo ni paredes que puedas llamar propias, lo único que tienes son lazos, nexos, redes invisibles con puras manos regordetas y otras delgadas y otras invisibles que te van sosteniendo a medida que pisas, y tus manos y las mías también sostienen a otros que tampoco tienen techos ni paredes propios.
Es como una cadena de cambio, de transformación, no se puede detener, no quiere ser detenida, no le interesan las señales de pare ni los lomos de toro, se lo come todo y arrasa a su paso, me muestra un sinfín de camas y un sinfín de departamentos y de habitaciones y lo único que puedo hacer yo es ir pensando que soy un camaleón.
Adaptarse o morir en el intento, no queda otra. Nunca es malo el cambio, sólo cuesta ir dejando atrás las pieles, aunque sean tóxicas como la que tengo yo.

Nada se pierde, todo se transforma.

1 comentario:

Tambora dijo...

Sea lo que sea que haya sido, te mando un abrazo enooorme y una invitación a irnos a la cresta como antes, tú los huevos duros y yo los cigarros?
Te quiero, siempre :*