jueves, 5 de mayo de 2011

To write

Esta es la cosa sobre escribir.
Agarrás el lápiz, y ya. ¿No?

No.
Es mucho más que eso, pero también es igual de simple.

Escribir -para mi- es el equivalente a vomitar.
Una suerte de anorexia mental que me compele a decirlo todo. Sin filtros aparentes.
La gracia está en hacer que suene difícil para que nadie entienda y así todos se rompan el coco pensando en qué carajo quise decir.
Para ser honesta, no es ese mi modus operandi. Reconozco lo del vómito, reconozco la carencia de filtro y de tino, tanto en el papel como en la vida real, también reconozco que a veces me pongo media críptica, pero el noventa por ciento de las veces es para recordarme a mi misma que tengo un vocabulario de miles de palabras de las cuales sólo uso cientos.

¿Para qué escribo? Ni idea.
Hay cosas que bajo el vigor inocentón de la ignorancia quedan muy bien sepultadas, las razones de mi pseudo-escritura son unas de esas que quedan mejor bajo el velo de la psicoterapia. No se vaya a ofender alguien, ni a identificar, aunque también me molesta que no se identifiquen, que no se ofendan, que no les llegue.
No puedo controlarlos. No puedo taparles los ojos ni enseñarles a leerme, porque no hay manual para eso más que sus propias mentecillas diabólicas.
Y siempre tengo la impresión de que mi discurso es tan deshilvanado, esta es la constatación de mi crimen: la incoherencia. Soy un ser random, demándeme.
La gracia es que esta misma randomanía me construye, estoy plasmando lo que pienso tal cual como lo pienso aquí. Me llega a dar un poco de susto que mi cerebro tenga tantos puntos seguidos últimamente.

Vuelta al tópico (si es que puedo decir que hubo alguno en un comienzo). Nadie tiene un blog para uno mismo, eso es el equivalente a un diario de vida que de flojo no se quiere escribir en el papel. El ideal es que sea para otros, otros que al pasar sus ojos sobre el Arial número 10 o Times 12 o quién sabe qué carajo tipo de fuente, desentrañen el contenido y les provoque algo. Algo más que la mera indiferencia.
Que les resuene algo en sus ecos, en las lagunas mentales. Que no rebote para perderse tras medio segundo. Claro que para eso, hay que tener algo coherente -y pseudo-relevante- que decir.

He ahí mi paradoja. Quiero escribirle al mundo, y no se qué ni cómo contárselo.
Va en bruto, entiéndaselas Ud. con el cincel y martillo, a ver si puede pulirme un poco.

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