viernes, 3 de septiembre de 2010

Cuento antes de dormir

-¡Armen las velas! ¡Todo a babor! Gritó Peter.

Wendy lo miraba fascinada. Tenía un encanto adorable, esa mirada de niño que jamás se extinguiría. La misma que la guió hacia NuncaJamás. Aquella mirada que la hizo dejar su patria, su familia, sus hermanos. Que la hizo dejarlo todo, inclusive a sí misma.

[Cuando te encontré me perdí, susurro entre mis labios]

-¿Y, te vienes conmigo? Le preguntó Wendy a Peter.
-No puedo. No se cómo. Olvidé cómo se crece junto a ti. Olvidé cómo huele tu cabello recién mojado. Sólo se rastrear las huellas de Campanita... y no quiero cambiar eso.
-Está bien. Te entiendo... ¿sabes Peter? Nunca dejaré de creer en las hadas, ni en sus cuentos. Pero ahora se que no podré convertirme en una... Nunca seré Campanita. Y te has hecho adicto a su polvo de hadas.
- No se qué decir.
- Dime "hasta mañana". Yo siempre seré una cuenta cuentos. Para eso nací... para vivir este cuento eterno, que durará hasta que muera. No se su final. Sólo se el comienzo. Se que esto es mi comienzo de una nueva aventura. Tengo mi mapa, se por fin cuál es mi tesoro, no se cómo ni cuándo.
- Pero...
- Espero que encuentres lo que busques. Sabes que siempre estaré cerca. Con una historia en la punta de la lengua, con mi lápiz roñoso en la mano.
- Te enseñé a volar, y ahora me dejas.
- Me enseñaste a volar, y me enseñaste que las golondrinas no saben vivir en cautiverio. No puedo atarte a mí eternamente, ni puedo quedarme a tu lado sabiendo que te hago llorar. Mucho menos si hay alguien que te hace reír. Alguien que no soy yo.
- Estoy confundido.
- Yo también. Sólo quiero seguir tu consejo: vivir, buscar el norte de mi brújula inserta en el brazo, perdida. Lo tuve mucho tiempo, pero ya lo he desdibujado, diluído en la palabrería de la esperanza que me rehusaba a abandonar. A esa espera del milagro que no llegará, del Santo que no escucha mis plegarias. De un Dios que está sordo y me manda a la línea de espera con la cancioncita de fondo.
- ¿Volverás?
- Todos volvemos a NuncaJamás.
- ¿Cuándo?
- No lo se. Cuando deje de dolerme. Cuando pueda verte lejos y cerca. Cuando sepa cómo contar otra historia. Mientras tanto navegaré en mi barquito de papel, construido de una boleta roñosa. Me enfrentaré a mis piratas, cortaré cabezas y buscaré el tesoro.
- ¿Y yo?
- Espero que encuentres lo que busques. Espero que seas feliz. Y yo espero dejar de esperar...
Peter no la miró. Wendy no quiso pedirle ya más que se quedara, que se fuera con ella... para ella ya era tarde. Ninguno de los dos tenía la brújula. Está perdida en el fondo del mar... volverá algún día en una botella con el mensaje inscrito como epitafio ["seré polvo, mas polvo enamorado"]. Peter se bajó del barco, Campanita lo tironea del sombrero. Los Niños Perdidos se asoman a la proa y le baten los pañuelos en señal de adiós.
Wendy bota las últimas lágrimas en un pañuelo que Peter guarda, suspira fuerte, cierra los ojos y cuelga el teléfono.
Susurra...

Volveré pronto.

Hasta mañana.