jueves, 11 de septiembre de 2008

onces y septiembres

11 de Septiembre.

Se puede escribir de muchas cosas en un día como éste...
Sobre la caída de dos gemelos, hermanos de fuego y hierro, ángeles caídos que se desmoronaron por culpa de una simbiosis netamente comercial...

Sobre un sueño utópico bajo bandera política que terminó marcado con sangre en cuatro blancas paredes, y una sien humeante que dejó escapar palabras llenas de ideología, palabras que hablaban sobre pueblos viviendo como hermanos, palabras sobre igualdad social, palabras que luchaban contra la bota tiránica del despotismo capitalista... pobre sien agujereada que dejo sangrar un hilo de ideas que ahora no son más que mero panfletismo. Pobre Allende, ya no eres más que un logo de camiseta y una chapita en el bolsón de un capucha fraudulento.
Las ideologías si no se viven, no pasan más allá de mero papel y tinta.

Se puede escribir sobre dos cueros anudados en mi muñeca, sobre las cinco veces que la luna nueva ya nos ha iluminado, sobre aquel hilo que nos une invisible... sobre la bendición de las líneas telefónicas... sobre lo que hace que abra cada día mis ojos y piense que morir no es horrible porque he vivido.
Será que cada once de septiembre todo renace, se renueva todo y es volver a comenzar aquel ciclo lleno de abrazos que absorven lágrimas y ahogados sollozos...

Será que mi madre estaba sintiendo que ya era hora, adelantada eso sí, para que abrieran sus carnes y saliera un pedacito de ella, una creación, un ser inteligentísimo y adorable. Mi hermana. Mi familia, mi pilar, mi corazón, mis brazos, mi cerebro, mi apoyo, mi bastón, mi consejo, todo lo que tengo como seguro. Pero no podía ella nacer el once, sino que nacería un gloriosísimo doce de septiembre de 1986, para con sus cachetes de angelito a lo cupido hiciera que una manga de abuelos se derritiesen con la miel de sus ojos y el cabello ondulado, aquella pequeña boca babeante que decía "pino" en vez de permiso y que al ver las letras no pudo más sino abalanzarse sobre ellas repitiendo "¡calco!".

Si, sobre septiembre y sus onces hay mucho que decir, mucho que recordar, mucho que lamentar, pero sobretodo, mucho que agradecer. El cambio renueva las mareas de la vida, y cada ola trae consigo restos del pasado para hacernos erguir el cuerpo y decir triunfantes, cual Augusto Pérez [Niebla]:

¡Venceremos!

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