martes, 8 de diciembre de 2015

Con 38 grados de fiebre

Comienza por lo que sí sepas. 

- Me llamo Laura Romero. Tengo 26 años. Nací el 22 de abril de 1989. Tengo 4 hermanos, una mayor y tres menores y el sábado 19 de diciembre me haré un tatuaje que los representa. Me gusta tatuarme: cuando chica me compraba esos tatuajes que se pegaban en la piel con agua y me los repasaba con tinta china Pelikan para que no se me borraran tan rápido. Me gustaba rayarme la piel, rayar las páginas, llenarme de significado. Y ahora no se cuál es mi discurso. Estoy vacía, rota, quebrada, perdida.

Are you ok?

- No. I kind of had a shitty day. ¿Te has sentido al revés?

No

- Ese día no supe explicártelo pero es como la gravedad cero de los astronautas. No tengo arriba, no tengo abajo, no tengo norte ni sur. No tengo asideros y eso, por un lado, me provee de una maravillosa sensación de libertad y, por el otro, de un pánico y nostalgias enormes.

¿Por qué?

- Porque perdí mi vida. Eso siento, que perdí mi vida y me dejaron en el espacio exterior, en pelota y con la luz apagada. Y un lado mío dice: "hueona, aprovecha, tírate a lo desconocido, sigue la aventura!" y el otro patalea y se retuerce y siente que no lo vamos a lograr.

¿Qué es lo que quieres?, ¿lo sabes?

- Cuando mi tía me hizo esa pregunta pensé que era fácil de responder. Yo sabía lo que me gustaba y lo que no y siempre he tenido esa misma meta: convertirme en profe de literatura. Y ahora ya no se si eso es lo que quiero para mí. Se que tengo que intentarlo al menos y se que me rehúso a andar como Bridget Jones llorando mientras veo Netflix o canto all by myelf. Se que hay gente que se preocupa de mi, por cómo estoy y que feliz de la vida me daría mil abrazos asfixiantes si se lo pido. Se que hay gente con la que he cerrado ciclos y se que hay gente con la que estoy abriendo nuevos.

Do you have any crush?

- No lo se. Yo creo que no. No tengo nada que ofrecer, nada que entregar. Estoy demasiado rota y confundida. Tengo que sanar primero y luego ver qué más hay. Además, nadie me ha pedido nada porque a nadie le intereso de esa manera. Yo solo recibo el cariño que me dan e intento retribuirlo. Eso es todo lo que puedo hacer por ahora. No quiero volver a pololear (por ahora al menos): de eso sí que estoy segura.

No puedo ocuparme de otros corazones cuando tengo el mío todo descosido en el bolsillo. Puedo escuchar, puedo dar consejos, puedo abrazar, pero no es mi prioridad. Lo siento. Igual puede que me equivoque, pero hasta ahora la vida me ha enseñado que es mejor no esperar nada de nadie. Así, cuando efectivamente algo pase, será una agradable sorpresa.

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