lunes, 18 de febrero de 2013

Depresión post-perro

Molly tiene su hocico chiquito.
No me gusta su jopo en la cabeza... pero puedo asumir que ella tampoco tiene que amar el mío. Aunque desde que me corté el pelo me veo mas varonil que champiñón.

Tener otra vida entre mis manos es extraño. Todas mis otras mascotas las cuidaron mis padres. Y mi gato Maneki sufrió una muerte horrible envenenado, y lejos de mi.
Cuando llegó Molly perdí la cabeza. Una multiplicidad de factores se sumó a su presencia y me desgrané. Eso quiere decir que me desintegré, que perdí por unos momentos la cordura y me volví una bola desgranada e incongruente de emociones deshilachadas y de estrés sin control.

No fue una muy buena primera impresión. A pesar de que no llorara la primera noche, se cagó en el pasillo e hizo un diluvio de pipí. El primer día me la pasé pegada pensando en cuál sería su próximo movimiento intestinal y tuve que llamar a mi hermana para que me calmara, porque ya sentía que no quería a este bicho nuevo y raro que se movía en mi casa.

¿Hubiese sido distinto de haber sido cachorra? Yo creo que sí. Los cachorros -de todas las especies- sobreviven a base de cuteness. Esa ternura que te impide ahorcarlos cada vez que se cagan en el pasillo o que sacan los papeles del wáter, o inclusive cuando que mastican el cable de tus parlantes favoritos. Además son más entrenables y adorables porque juegan más.

Molly duerme todo el día y cuando no duerme sólo se sienta a mirarme. No toma mucha agua ni puede comer mucho, porque está esterilizada y si se zampara todo el día los pelets terminaría obesa y con enfermedades cardíacas. Tampoco sabe jugar, así que tengo que enseñarle.
La verdad es que no la quise desde un principio. No fue amor a primera vista.
Y ese día en que me quedé a solas con ella, sin conocernos ni saber cuáles eran las rutinas de la otra, tuve depresión post-perro.

Han pasado poquitos días desde que llegó. Menos de una semana. Pero su hocico corto me parece tierno, al igual que el ruido que hace cuando se estira. También me da risa porque corre chueco (la atropellaron) y es fanática de sus galletas de premio. Me gusta llevarla al parque porque ha jugado con otros perros y tiene un carácter muy tranquilo.

Poquito a poco iré formando mi nueva familia. Media chueca y media rara, pero mía.

1 comentario:

Minerva dijo...

Es chueca, rara y poco juguetona, pero es nuestra...
nuestra familia rara :*