sábado, 7 de abril de 2012

Cuando tengo los pies helados, es porque es otoño.

Nunca se le ponen punto a los títulos, es lo primero que me digo.

Hace rato que no escribes en el blog, es lo que me ha dicho ella.

Groooooooargrgrgrgwhhh es lo que me dice mi estómago, con gases pujantes por salir que -por pudor- debo censurar.

Yo quiero escribir. Pero pasa tanto por mi cabeza que tengo problemas para darle lógica a la cosa. Me preocupa que pienses que si no escribo es porque algo pasa. La verdad es que cuando más una escribe es cuando peor está. Si no mira la evidencia y huele el café. ¿O era huele el café y mira la evidencia?

Quiero escribir sobre el baño, pero no en la parte escatológica sino en la otra parte. Cuando despierto, como me enrollo en tus brazos blancos y me dejo bañar de besitos pequeñitos en la cara y en el cuello. Y después, cuando ya te fuiste y dormí otra media hora abrazada a la almohada que has dejado de reemplazante, cuando entro al baño y parece como si te hubieses echado perfume allí hace cinco minutos. Es como que el aire tiene encerradas en sus partículas dejos de Amor Amor, Lady Million, Black XS, o que se yo cuál otro de los de Dior y otros como el de la estrellita que no tengo idea cómo se llama a pesar de que me lo has dicho muchas veces ya.

Cómo voy tejiendo mi vida alrededor de tus hilos. Cómo he cambiado y sigo siendo igual. Cómo te he empujado y sigues volviendo... sin importar que las ventanas estén abiertas, el aire del baño siempre huele a perfume de lunes a viernes cuando me levanto para ir a trabajar.

Y después salimos y vamos a ver Joven y Alocada, y me dan ganas de tener ese temple de acero de la protagonista. Esa actitud megaególatra de "realmenteloúnicoqueimportasoyyo"... porque yo se que soy ególatra. Pero MEGAególatra no. Aún no.
Y ayer se me ocurrieron los misterios misteriosos que no tienen respuesta, pero no los voy a poner aquí porque es muy nadaquever con mi microcuento del baño, del perfume flotante del amoug.

O tal vez lo estoy intentando demasiado. Si yo SE lo que quiero escribir y cómo lo haré pero necesito ese espacio para hacerlo, mi cuartopropio que le dice Woolf.

Todo a su tiempo, y mis patas, están congelás


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