domingo, 9 de diciembre de 2007

a second

Y toda distancia se redujo a un latido...
y todo sonido se redujo a un gemido...

eternamente el lazo de carne se anudaba en torno a la cadera ajena, y aquel abrazo poderoso que asfixiaba bajo el hedonismo satisfactorio de saber que pronto acabarían, de que pronto llegarían... pronto...

1 comentario:

Andrés Cea dijo...

ui
que sensual...
como que me gustó...
así no como escrito, sino lo que me hizo sentir...
ui
que rico escrito
beso