Interludio musical.
Alas estiradas, al borde de la cornisa, las empiezo a batir.
Tengo miedo, de mi pasado, de mi futuro. Pero no de mi presente.
Sonrío. Te miro a mi lado, con tu ojo verde coronado de islas café. La comisura de tus labios, donde podría pasar meciéndome por horas.
Bienvenidos sean tus brazos, porque son el reino de mis cielos.
Tenía miedo de escribírtelo.
De mostrarlo.
De gritarlo.
Pero no quiero dejar de brillar por miedo a herir susceptibilidades. Si el mundo puede ser feliz, ¿por qué yo no? ¿Por qué no a tu lado?
Que mi abrazo te envuelva entera, que mi voz se pierda en tus latidos descompasados y rápidos, que el tiempo se diluya entre tus dedos, que los sueños se escriban en el cielo, que las letras de mis cartas se mezclen todas en una junta.
Lo quiero todo.
Y tengo tiempo para conseguirlo.
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