Cuando todo parece tan caótico, se abre una brecha en el tiempo.
Cruzamos las sietes puertas, borramos las equis en el calendario y de repente no hay continuidad sino presente y nada más que presente.
Puedo sentir tu corazón latiendo en mi mejilla.
Puedo sentir tu cintura, y contar tus vértebras con mis dedos.
Puedo escuchar tu voz diciendo "todo va a estar bien, estoy aquí...".
Tengo miedo y tú lo sabes, lo lees en mi rostro antes de que te lo muestre. Sabes que algo no anda del todo bien. Que en mi cara está dibujada una preocupación nueva.
Y entonces pasó lo de la brecha.
Me saqué el reloj, lo dejé en tu mesa, y sentí como el tiempo se iba congelando, como las horas pasaban lentamente, como si el aire fuese una masa o como en Cashback.
Tomaste mi mano, me llevaste a dormir.
Y yo no hice más que presionarte fuerte contra mi. Intentar borrar las ideas que me están rondando... que ella morirá y yo tendré que verlo. Yo y no ellos.
Tengo miedo, y entonces intento volver a tu pecho y colocar sobre mi mejilla un corazón que sí late, y que de hecho late más fuerte porque estoy yo a su lado.
Y podría vivir en la brecha, porque es irreal, porque allí nadie se enferma, nadie tiene ochenta y cuatro años y nadie se va a morir en muchos años más (siguiendo la lógica no fatalista de la vida).
Pero la realidad es más dura, y te muestra con una naturalidad asquerosa cómo se va degenerando su cuerpo, su mente, como va perdiendo fuerza y cómo el médico menea la cabeza cuando ve las radiografías de su tórax.
Está bien, se ve bien. "Las niñitas" la están cuidando...
¿Y quién las cuida a ellas?
Sin mi brecha, me muero.
1 comentario:
thump thump..
I'm in here
I'm always in here
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