Vivir de repente se parece mucho a jugar al ula-ula... hay que ver cuánto tiempo duro con este aro nuevo amarrado a la cintura.
No se dónde me llevan los pies, no se a dónde me llevan las manos... me dejo mover por ruedas que no son las mías, deshaciéndome en la corriente eléctrica de cientos de miles de estaciones de metro al rededor del planeta.
No soy nada más que un puntito en una red millonaria, un mísero puntito intentando estar en lugares y con personas que no la hagan llorar.
Y nada más que dar las gracias, porque lo nuevo se ve mil millones de veces mejor...
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