No tengo a quién rezarle, pidiendo luz
ando tanteando el espacio a ciegas...
Y de pronto me doy un portazo con una brecha pequeña. Pero lo suficientemente grande para vivir ahí dentro hasta que la marea se calme.
En una cueva rodeada de mar, las tempestades nunca me han asustado tanto como ahora.
No hay problema, me inventaré un barco sobre el cual cruzar toda marea.
Siempre he podido.
Siempre se puede empezar de nuevo.
Como un día me dijo una borracha muy simpática:
No te angusties. Vete a dormir, y verás que siempre, siempre, siempre sale el sol.
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