Retomo el lápiz virtual después de meses de silencio.
Entremedio se abrió el mar y pasaron tantas cosas que no caben aquí, en esta página igualmente hipotética. Peleas, reconciliaciones, vueltas a pelear y vueltas a reconciliarnos. El back and forth de la vida.
No hay forma de amar sin quemarse en el proceso. Tú dices que yo no meto ni la punta de los pies, yo digo que estoy hasta el cuello, tú dices que sí y yo que no, tú arriba y yo abajo, muy abajo, nos veo cada vez más pequeñas. Más perdidas y más sabias a la vez.
La distancia y el tiempo, dicen, lo cura todo. ¿Sabrás perdonarme? ¿sabré disculparme? El juego del perdón se vuelve reiterativo, yo tiro la piedra y tú pones el vidrio, luego hago como que doy portazos y al final tú fumas y yo tirito.
Al menos antes era así. Ahora vuelvo a tener un pie en un ladrillo y el otro moviéndose en círculos, intentando encontrar el equilibrio.
No me interesa tener sentido. No me interesa ser coherente ni cuadrada. No quiero nada, nada más de lo que tengo, nada más de lo que he construido, nada más ni nada menos que a ti y a mi.
¿Se puede vivir tomada del meñique? Supongo que no, al menos no sin lesionarse en el proceso.
No siento pena por mi, esta canción no es lastimera, sino más bien un intento de lucidez, de calma en medio de la tormenta. Una isla que se ve rodeada de tiburones.
Siempre volvemos a la misma pregunta, a la odiosa y horrenda pregunta: ¿y ahora qué hacemos?
Despedirnos para reencontrarnos
Saludar al sol
Cerrar los ojos y contar hasta 365
Jugar a las escondidas
Aburrirnos
Volver a enamorarnos
Todas las anteriores y ninguna
Dar portazos
Fumar tú
Tiritar yo
Nadar en círculos
Poner la cola entre los dientes.
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