Arrastra las trenzas, ya ni se peina. Sólo va amarrando con las manos blancas, casi transparentes.
No tengo idea quién es.
Sólo la voy escribiendo.
Su cabeza está vacía. Sus hombros pesados, su columna levemente presionada por una mano invisible.
En las rodillas se ha escrito con un delineador negro "bueno" y "malo". Por instinto escribió "bueno" en la izquierda y "malo" en la derecha. Luego se rió porque el chiste no lo había hecho a propósito.
"Ironías de la vida" pensó.
Puedo hacer que salte, puedo hacer que corra, puedo hacer que haga todo lo que yo hice y lo que dejé de hacer. Puedo vivir en el eterno borrador... o atreverme a la mancha indeleble de una tinta puesta a modo de corrección.
Ni me atrevo a cambiar la canción por matar el mood.
Y ella mira a la pared y empieza a escarbarla con una cucharita de té, pensando que algún día llegará al otro lado. ¿Qué queda después de terminar etapas? ¿Después de atravesar paredes?
Pues contarlo.
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