Es como estar envuelta en el cobertor, hecha un rollo, circular y redonda.
Es como... ser yo misma, ser libre... aunque me traiga más problemas que alegrías.
Es como ir dando bastonazos de ciego, palos a una piñata que va soltando migajas a menudo que la azotas.
Es buscar en cuatro patas y encontrar un rincón donde el sol pega pero no calienta demasiado como para quemarte. Entonces te quedas ahí, respirando pelusas dulces y deseando estar apoyada contra el pasto o la arena.
Es esa suavidad, ese iris verde, esos labios que se te ponen más rojos cuando estás furiosa.
Nunca te lo había dicho, pero no te cambian los ojos de color si estás o no más triste, te cambia el color de los labios, porque de rosados se te ponen de un rojo intenso como frutillas.
Si abres más la pupila, tu iris regala más o menos café y/o verde. Esa es la magia... de todos modos tienes unos ojos preciosos, los más bonitos que he tenido el placer de contemplar por horas, acurrucada bajo tus brazos.
Yo pensé que siempre iba a ser yo la que acurrucara. Es bonito sentirse acurrucada también.
Por eso digo que es como estar enrollada en el cobertor, por eso digo que es como abrazar a una almohada, por que me hiciste adicta a tus brazos.
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